Un año de cambios…
Mucho se habla del cambio y todo lo que implica: enfrentar los miedos, salir de la zona de confort, saber lo que querés… pero hasta el momento, nada nos hizo cambiar tanto como lo que pasó este año. El mundo entero cambió: Nadie, en todo el mundo, pudo seguir su vida tal como era. ¡La realidad supera cualquier bibliografía! Este año más que en ningún otro tuvimos que cambiar y aprender, porque como dice una amiga, experta en aprendizaje experiencial: «Para aprender algo nuevo, hay que vivenciarlo».
¿Qué significa esto? El cambio verdadero se da cuando se genera un aprendizaje y crecemos emocionalmente. Sin duda, este año nos puso a todos en una situación que no esperábamos… puso a prueba nuestra paciencia, nuestra flexibilidad… nuestra capacidad de adaptarnos, de cambiar, de aprender.
¿Lo habías dimensionado de esa forma?
Yo defino el cambio como un click, porque cuando algo cambia de verdad, nada vuelve a ser lo que era, Si no es así, no se trata de un cambio verdadero. Un click es abrir una ventana a algo nuevo, diferente. Aunque a veces le tengamos miedo, el cambio no es necesariamente malo: en ocasiones puede ser muy bueno, necesario y sano. Ser y hacer las cosas de manera diferente puede estar muy bueno!!
Pero entonces, ¿porqué nos da tanto miedo cambiar?
Porque dejamos de ser como éramos, y eso nos desestabiliza… cuando algo cambia nos hacemos muchas preguntas: ¿Y ahora cómo sigo? ¿Quién soy luego de estos cambios? Sobre todo cuando los cambios que ocurren no son por decisión propia. Hay circunstancias en la vida que no son una elección: te tocan y te cambian para siempre, de forma repentina. Cuando esto ocurre, nos desestabilizamos, y se desata un desequilibrio emocional en nuestra mente, producido por la confusión de la realidad presente y lo incierto del futuro.
Una forma de encarar estos cambios, para que moleste menos, es pensar que eso que te esté pasando, en realidad es bueno, es necesario para construir, entender algo y abrir un nuevo camino. Siempre podemos elegir con qué actitud vamos a enfrentar los cambios; y si nos enfocamos en aprender de esa situación, será más motivante atravesarla.
Veamos algunos pensamientos que pueden ser de utilidad:
- El cambio es un proceso, lleva su tiempo. Dale espacio en tu vida, entendélo, pensálo, analizálo. Tratá de ser paciente y amable contigo mismo.
- Preguntáte: ¿Qué puedo hacer, que esté en mis manos para cambiar lo que me molesta? y pasá a la acción. ¿Te cuesta, necesitas ayuda para lograrlo? Recurrí a quien tengas cerca. Cualquier carga es mas liviana de a dos.
- Escuchá las emociones que pueden acompañar este proceso; ansiedad por lo nuevo o desconocido, miedo a equivocarme o arriesgar, enojo o frustración.
- Creé en vos; podés salir de esta, como saliste de otras situaciones similares. Hoy sos otra persona, con más y nuevas herramientas; y cuando esto acabe, estarás mas fortalecido. ¡Lo estás haciendo bien!
En definitiva, hay cambios que elegimos, otros no. Como la pandemia, por ejemplo. Seguramente ya te preguntaste: ¿Si lo estamos haciendo bien, porqué no termina?
Porque no depende solo de vos, depende de todos.
Vos podés enfocarte en hacer tu parte. Podés cambiar eso que te molesta, manejar mejor eso que te afecta y que sí podés cambiar. Eso ya es un cambio y puede hacerte mucho bien, Esto es muy importante de entender, cuando hablamos de un cambio; hay un control interno y lo exterior. Sin poner excusas en los demás o en el afuera, hacé tu parte. Diséñala, planifícala, disfrútala y ejecutála.
El momento de cambiar, si hay algo que no te gusta o te hace mal, es hoy… ahora.
¿Cómo? Haciendo, Probá! (Siempre podes volver corriendo a tu zona de confort 🙂 ¿Qué puede salir mal? Confía en vos!