Qué difícil es dejar ir!!

Ya sea que hablemos de una relación o de una remera que te gustaba mucho… nos cuesta soltar porque no se trata de la persona o del objeto que despedimos, sino de las emociones que pusimos en eso. Los seres humanos ponemos emociones en todo.

La tendencia a no saber cuándo cortar, a acumular, la desarrollamos porque el vacío nos pone incómodos, nos deja al descubierto. ¿Qué intentamos tapar? El vacío tiene que ver con algo que nos falta ahora o que alguna vez nos faltó. Pero la verdad es que todos somos seres en falta, y esa condición da lugar al deseo. Ambas; la falta y el deseo, son parte de vos.

Dicho de forma simple, es una cadena: hay una necesidad que llama a la demanda, demanda no siempre responde y así surge el deseo. Pero ojo! Es una cadena que puede atraparte. Porque al no recibir la respuesta que buscamos, nos recuerda que somos seres en falta y ese vacío toma dos caminos, que pueden ser peligrosos; frustración por lo que no tengo o no logré conservar; o bien se enciende el motor del querer. Y queremos muchas cosas, a veces de más o con una pasión desmedida.

Dejar ir, soltar, es entender que eso ha cumplido su ciclo.

Si podés analizar cuál es la emoción puesta en ese objeto o en ese proyecto que no avanza, tal vez puedas canalizarla por otro lado y despegarte. Vas a sentirte mas liviano, cuando dejes ir algo que realmente no necesitabas o no te hacía bien.

Cada persona sabe sus propias faltas y también sabe lo que más desea. Te propongo amigarte con esa falta. No intentes taparla y llenarte de cosas o vínculos que no te suman, empezá a ver ese vacío como el impulso hacia eso que realmente querés conseguir. Menos es mas o, dicho de otra forma, con menos equipaje se vuela mas alto!

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