El cómo lo decís
«Todo depende de cómo lo decís». Ésta es una frase que muchos conocemos, pero… ¿qué significa realmente? Implica ser consciente de las palabras que usás. ¡Qué diferente suena cuando podés sumarle algo positivo o elegir el tono correcto!
Tener una buena comunicación es muy importante al momento de relacionarnos. Cuando hablamos de vínculos: pareja, amigos, padres. incluso en el trabajo, es necesario poder decir lo que pensamos, cómo nos sentimos, discutir sobre un tema. El tono y las palabras pueden hacer que el mensaje llegue a destino o que, por el contrario, no te escuchen.
A veces sentimos que la otra persona no escucha… En toda relación vincular pueden surgir problemas de comunicación: interrumpimos, terminamos llorando luego de una discusión o bien nos callamos, no decimos nada… lo cual tampoco es bueno. Todo esto porque simplemente somos personas diferentes, intentando relacionarse.
Con tu grupo de amigos, ¿podés decir lo que pensás?
Con tu pareja, ¿podés tener una conversación abierta y decirle cuando algo no te gusta?
No es solo lo que decimos, también tenemos que analizar lo que no decimos: el lenguaje corporal y los gestos que acompañan las palabras. TODO habla de cómo estamos, cómo nos sentimos… Y cuidado! A veces dice más de lo que queremos dejar ver. Sin darte cuenta, podés estar dando un mensaje contradictorio. Por ejemplo decirle a tu pareja: «Quiero estar para siempre a su lado» mientras entrecruzás las manos por encima de la cabeza, podría ser interpretado como: estar harto o cansado de alguna situación.
Ser consciente implica poder escuchar y observar cuando hablo con otros. Mirarme, es poder elegir como queres que lo demás te perciban. Es un trabajo difícil, requiere autobservación y autorregulación.
Entonces, ¿cómo hacer para encontrar una buena manera de decir las cosas?
Responder estás preguntas puede ayudarte a entender que te está pasando y comunicarlo de la mejor manera:
– ¿Es necesario decírselo en ese momento? Si puede esperar, mejor esperar que la emoción inicial pase para poder pensar con claridad. Ya sea que te genere angustia, rabia, enojo… El mejor momento para hablar no necesariamente es ahora. Es mejor prepararte para sentir más calma y seguridad.
– Lo que querés decir, ¿va a cambiar algo de lo que pasó? Si van a discutir por algo que pasó, en realidad, nada va a cambiar, porque ya está en el pasado y al discutir, probablemente, te vas a sentir peor. Te propongo expresarlo como un pedido y no como un reclamo: empezar por lo bueno, diciendo lo que no cambiarias. Y luego agregá lo que se podría mejorar o lo que necesitás que cambie para el futuro.
– Tu enojo… ¿es con la otra persona? ¿O con vos mismo? Podrías empezar por VOS, pensando y diciendo si hubieses hecho algo diferente. Esto ayuda a crear un clima menos denso, porque la responsabilidad de lo que pasó es compartida y no es todo culpa de una sola persona.
Encontrar el cómo decirlo te ayudará a descargar emociones. No te aguantes mas! No te quedes con ganas de decir lo que pensás, ni te angusties por cosas que se pueden solucionar hablando.
Espero que esté artículo te haya ayudado a ser consciente: a prestar más atención a tu cuerpo, al tono y las palabras utilizadas. Y que de esa forma, puedas construir vínculos cada vez más sanos y beneficiosos en tu vida.